El avivamiento vendrá acompañado de reforma cultural y restauración social, económica y política cuando la Iglesia venza sus prejuicios y abrace a su comunidad. Así podrá liberar los dones que hoy tiene sentados en las bancas, para que vayan como misioneros, como apóstoles, como “enviados” a las áreas empresariales, políticas, académicas; es decir, para redimir el mundo para Cristo. La restauración será el fruto natural del avivamiento y la reforma.
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